Cita a Ciegas

… cuanta necesidad a veces de sentirse refugiado en las caricias y las ternuras de otro.
En estos tiempos de tantos cambios… hay una parte de mí, que lo desea… como pidiendo a gritos que otro cuerpo sostenido por un alma selvática y alada, se funda con todo lo mío.
Últimamente todo a medias … quedándome vacío, sin fuerzas … por la decepción y el desánimo de seguir deambulando, mendigando un rato de fusión profunda.
Ante cada encuentro, esas alas levantan vuelo, abanicando con sordina en mi interior y me invaden de una esperanza fresca e inconmensurable, y la ilusión y el deseo, comienzan a rejuvenecer mi interno, a darle sol, disipando las nubes de la resignación.
Ojalá , es la palabra que me nutre en los instantes previos.
Miles de ojalá invaden el ambiente en el que me encuentro. Parece como que solo dejan algunos pasillitos en el aire, para que me refresquen el afuera.
Palpitares diferentes matizan mi cuerpo y mi espíritu. Tienen un sonido distinto… la orquesta de mis seres internos y externos comienza a tocar. Preludios, valses y baladas, adquieren un ritmo que invita a bailar, preparándose para cuando la celebración del encuentro comience y mi partenaire arribe con sus mejores galas.
Me entretiene pensar que es Cenicienta…. La persona mas bella, mas acorde y emparentada con toda la ornamentación de mi universo.
Destilo apetito desde la ternura y desde el erotismo al imaginarnos tendidos, luego de danzar una melodía serena, colorida y apasionada.
… y todo se diluye… el tiempo se estanca, y evoco… en una carrera irrefrenable hacia otros tiempos de mediasnoches en los cuales Cenicienta no salió corriendo y continuó calzada… sin perder ninguno de sus zapatitos… y las calabazas en la frutería sonreían… miro por mi ventana interior y la carroza está intacta, reluciente… como ella.
Me proyecto…
Mi corazón es como una caja de resonancia esperando el “Rin Rin”. Jugando con mis sensibilidades, al oírlo según quién arriba suena distinto. La locura del deseo invade el ambiente. Me sonrío y quedo en el silencio.
Las cartas están echadas…
comienza el juego.

Luiggi Ge